El Museo Vostell Malpartida se encuentra situado
en una zona de gran importancia geológica y ecológica:
Los Barruecos, un magnífico paraje
declarado Monumento Natural, donde se conjuga la belleza de
unas grandes rocas graníticas y el agua de una presa
con un rico potencial de flora y fauna.
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Vostell. El muerto que tiene sed.
1976
Wolf Vostell conoció en 1974 Los Barruecos,
proclamándolos inmediatamente Obra de Arte de la Naturaleza
y concibiendo la idea de crear aqui un museo como expresión
del arte de vanguardia, un lugar de encuentro del Arte y la
Vida. Así, los primeros ambientes fueron situados por
Vostell al aire libre, entre las rocas: VOAEX (1976)
y El muerto que tiene sed (81978), abriéndose
un diálogo entre las formas artísticas y el
paisaje siempre móvil y cambiante del entorno.
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El Lavadero acoge un Centro de Interpretación
de las Vías Pecuarias e Historia del Lavadro de Lanas
de Los Barruecos, en el que se han intentado conjugar
las nuevas tecnologías con elementos de la tradición
pastoril y trashumante. De este modo, a través de paneles,
fotografías, dibujos, programas informáticos
interactivos, un mapa de la Península Ibérica
en relieve con los recorridos de las cañadas reales
y una gran maqueta del lavadero de lanas en plena actividad,
que muestra de forma didáctica y cercana un fenómeno
como el de la Trashumancia y la historia de esta importante
industria.
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Junto a las obras de arte en el entorno de Los Barruecos, el
Museo Vostell Malpartida ocupa también un recinto de
unos 14000 m2 que perteneció a un antiguo lavadero
de lanas activo durante los siglos XVIII y XIX.
El complejo de edificios constituye una interesante
muestra de arquitectura industrial relacionada con el fenómeno
ganadero de La Mesta, para lo cual se aprovecharon las aguas
represadas de las charcas del Barrueco de Abajo, que recorrían
sus instalaciones cumpliendo una finalidad industrial. El
lavadero se articula en diversas naves cuyos nombres corresponden
a sus antiguas funciones (del esquileo, pesaje, calderas,
estiba, molino harinero, etc..)
Del interés del edificio dieron testimonio
Antonio Ponz y Pascual Madoz, quienes a mediados del siglo
pasado escribieron sobre la importancia del lugar en el que
llegaron a trabajar más de cien personas y a lavarse
más de 80000 arrobas de lana anuales.
El complejo fue declarado en 1988 Bien de
Interés Cultural - Sitio Histórico por la Junta
de Extremadura.
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